domingo, 23 de septiembre de 2012

Tengo hambre de tu boca, de tu voz, de tu pelo 
y por las calles voy sin nutrirme, callado, 
no me sostiene el pan, el alba me desquicia, 
busco el sonido líquido de tus pies en el día. 

Estoy hambriento de tu risa resbalada, 
de tus manos color de furioso granero, 
tengo hambre de la pálida piedra de tus uñas, 
quiero comer tu piel como una intacta almendra.